Incertidumbre y educabilidad: “¿Para qué futuro educamos?”

19 DE NOVIEMBRE

LA DIARIA

Conversatorio 1

Fecha: jueves 3 de octubre, librería Más Puro Verso
Panelistas: Camila de los Santos, la diaria – Dalton Rodríguez, El Abrojo – Antonio Romano, Facultad de Humanidades
Moderación: María Dibarboure, Cátedra Unesco

Aprender a no saber

A poco más de 25 años de la publicación del texto de Edgar Morin, que ha sido faro para pensar la educación del futuro, un ciclo de charlas reflexionó sobre sus contribuciones y su condición de carta de navegación. Cómo prepararse para lidiar con la incertidumbre sobre lo que vendrá fue el centro temático del primer encuentro.

Si alguna certeza hay sobre cómo educar para el futuro, es la incertidumbre, comenzó afirmando el educador Dalton Rodríguez en su participación en el conversatorio. El evento, organizado por la Cátedra Unesco de Transformaciones Sociales y Condición Humana de la Universidad Claeh, propuso explorar los efectos que el texto generó desde su publicación, en 1999, y reflexionar sobre su vigencia como herramienta orientadora. Una afirmación marcaba la pauta de reflexión ya desde el subtítulo de la convocatoria: El futuro 25 años después: la novedad sigue viva.

En el marco de la charla, titulada Incertidumbre y educabilidad: “¿Para qué futuro educamos?“, Rodríguez afirmó que la única seguridad al pensar en estrategias educativas para el porvenir es que es necesario ser flexible para adaptarse a las múltiples posibilidades que podrían presentarse. Morin enseñó, recordó el investigador, que no hay predictibilidad, que el docente no cuenta con un sistema pedagógico estático de referencia y que lo que hay, latente en relación entre los actores de la educación, es “una oportunidad de construir una reflexión sobre un futuro posible”.

Los formatos educacionales tradicionales, amplió, se ven bombardeados por las incertezas, por la cantidad de futuros posibles que pueden aparecer en la escena. Se plantea entonces para los docentes el reto de estar preparados para manejar lo contingente, lo que no está previsto, dijo el educador. “El recorte de contenidos, relatos, procedimientos a instalar en cada momento es el máximo desafío que tenemos”, afirmó.

Sin reparo en un “océano de incertidumbres”

El doctor en Educación y docente Antonio Romano, otro de los participantes del encuentro, puso el foco en el llamado que hace Morin a superar el pensamiento lineal y disyuntivo con uno multidimensional y complejo, e invitó a mirar la relación entre pasado y futuro desde esa perspectiva. Predomina, apuntó, “el discurso de la tensión entre pasado y futuro, de la innovación como fetiche, de que todo lo nuevo tiene valor en sí mismo y lo viejo adolece de defectos”. Ante esa dicotomía, quien ejerce la docencia “parecería siempre estar en falta, sin saber cómo pararse, sin reparo en el océano de incertidumbres” del que hablaba Morin, afirmó.

La tendencia a reducir la educación al aprendizaje de “una suerte de entrenamiento de habilidades y competencias” para lo nuevo termina generando un neolenguaje educativo con pretensiones científicas, vacío y desconectado de la tradición, sostuvo el panelista. Dijo que Morin da en el clavo cuando, al observar ese panorama, señala que el problema está en que se mira al pasado y futuro como opuestos, cuando en realidad hay que abordarlos como complementarios.

En opinión del docente, es necesario que para los niños y adolescentes las instituciones educativas no sean sólo lugares de entrenamientos utilitarios, sino también espacios de creación de sentido, lugares que contribuyan al encuentro del sentido de sus vidas y a inscribirse en una tradición. Si los docentes “no tenemos nada valioso para ofrecerles, para transmitirles y para lograr que formen parte de un mundo común, lo que los va a terminar inscribiendo es el mercado”, afirmó.

Romano apuntó que el paradigma de superación de la disyunción y la linealidad como camino del pensamiento que propone Morin dialoga con la tradición de la pedagogía uruguaya y en particular con Carlos Vaz Ferreira y su idea de la “penetrabilidad”. Al desarrollar ese concepto, el filósofo uruguayo subraya la importancia de los contenidos artísticos y culturales en la educación, recordó.

Navegar es preciso; el futuro desde la mirada de la niñez

Camila de los Santos, integrante del panel y asesora de contenidos de Gigantes, el suplemento infantil de la diaria, abogó en su intervención por que la voz de los niños sea escuchada por los académicos que reflexionan sobre la educación del futuro. Persiste en la actualidad, dijo, la mirada que ve a la infancia como un período de transición, de espera del momento de llegar a la etapa productiva, y no se escucha a los niños directamente.

Recordó que la Convención sobre los Derechos del Niño establece que tienen derecho a participar y expresarse en todo lo relativo a la creación de leyes y políticas que los involucran. “El 18 % de la población de Uruguay son niños y deberían tener voz en los lugares en que se piensa en el futuro”, sostuvo.

En su experiencia trabajando con el grupo de niñas y niños colaboradores de Gigantes, contó, queda claro que tienen interés por el futuro. “Pensarse en el futuro les divierte, porque es el lugar de las posibilidades, los lleva a la imaginación y a la exploración”, destacó. También, en épocas de crecientes amenazas relacionadas con los temas ambientales, el futuro a veces les aparece en forma de preocupación, agregó.

Remarcó que es necesario que cuenten con elementos para pensar “cuál será su barco para navegar ese océano de incertidumbres con archipiélagos de certezas” que presenta el futuro.